sábado, 10 de diciembre de 2016

¿Amor incondicional o narcisismo despiadado?



Pienso que el amor incondicional existe. Y que puede ser experimentado en ciertos estados de conciencia como una aceptación plena y radical de lo que es, de nosotros mismos, o de lo que sea que esté presente. Supongo que con la práctica esa experiencia puede convertirse en algo permanente en el trasfondo de nuestras vivencias, como un océano de conciencia y amor incondicional del cual surgen las olas de nuestros afectos y relaciones personales.

La relación que creo que hay entre ese amor incondicional y el amor personal ya la expliqué en esta otra entrada de blog. Ambos coexistirían y serían distintos, como una ola es distinta del océano en el cual se origina.

El problema surge cuando tenemos dificultades con los afectos y amores más personales y usamos el concepto del amor incondicional para tapar esos problemas que tenemos al comprometernos en relaciones más personales. Nos podemos convertir entonces en personas frías y robóticas, y justificar nuestra incapacidad de involucrarnos en relaciones normales con la idea de que los amamos incondicionalmente. De este modo podremos disculpar todas nuestras torpezas con los demás, porque desde nuestro pedestal incondicional comprenderemos que como les tratemos no influye realmente en como se sienten, ya que lo que uno siente no es más que una elección que realiza. De esta manera nos libraremos de toda responsabilidad sobre lo que hagamos en nuestras relaciones, pues no tendremos la culpa de lo que los otros elijan sentir. Quizás los demás se conviertan en meros instrumentos para nuestro aprendizaje, personas que llegan a nuestra vida, nos enseñan algo y podemos soltar sin remordimientos, porque desde nuestro impersonal punto de vista ya no les necesitamos. Lo único que importará será lo que nosotros queremos y nos hace sentir bien, y los demás serán vistos como meros instrumentos para ello.

Y así, el concepto de amor incondicional puede acabar produciendo algo totalmente opuesto, el narcisismo despiadado, que ejerceremos desde nuestra atalaya impersonal, disociando toda empatía o todo afecto personal, ocultando con nuestro discurso espiritual nuestras dificultades personales. 

Las cosas no necesariamente tendrían que ser así, uno podría ir accediendo realmente a ese amor incondicional a través de la práctica espiritual meditativa, y a la vez dejar de usar el concepto sobre ese tipo de amor para evitar trabajarse las dificultades en las relaciones personales. Y entonces, al ir mejorando ese aspecto también, quizás nuestros amores y afectos personales lleguen  ser olas dignas de ese oceano ilimitado e incondidionado.

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